Esclavos de la Pasión
- Macarena Chavez
- Apr 19, 2020
- 3 min read

Desde tiempos ancestrales, ha sido uno de los sueños del ser humano, ser capaz de lograr el autodominio de sus emociones. Ha sido una búsqueda incesable de poder afrontar y controlar de la mejor manera posible los problemas y vicisitudes que la vida le presenta. Desde tiempos de la Grecia Clásica, Page DuBois acuñó el término “Sofrosyne” que significa el cuidado y la inteligencia en gestionar nuestra vida, siendo el objetivo principal lograr un equilibrio emocional, no la supresión de ellas. Considerando que nuestra meta seria la templanza, Aristóteles considera que nuestro objetivo es lograr una emoción adecuada, es decir, de todo el abanico de emociones existentes, escoger cuál de ellas es la que debemos de albergar para determinada situación, debido a que cada una de ellas tiene su propio valor y significado.
Cuando nos encontramos de frente a una situación complicada, debemos evitar a toda costa caer en alguno de los dos extremos. Es tan importante evitar reprimir nuestras emociones, como expresarlas desenfrenadamente. Ambas respuestas nos pueden llevar a situaciones como depresiones, ansiedades, cólera, etc. Por tanto, es el equilibrio de las emociones lo que constituirá nuestra salud emocional.
Hay momentos en nuestra vida que podemos encontramos en situaciones que pueden desatar nuestra cólera. Sin embargo, es precisamente entonces que tenemos dos opciones, ya sea dejarnos llevar por nuestra amígdala y gritar o vociferar contra aquella persona que lo haya ocasionado, o bien tomarlo con calma e incluso justificar a dicho individuo. En la primera propuesta nuestro sistema “simpático” generará todas las reacciones propias de dicha emoción; como gotas de sudor en la frente, mayor circulación en los brazos preparándolos para la inminente lucha, aceleración de los latidos del corazón, lo que incluso puede desembocar en una hipertensión. Por el contrario, si optamos por tranquilizarnos e intentamos observar el lado positivo de la situación estaremos cambiando la ira por la compasión, o al menos disminuiremos la intensidad de la ira. Goleman menciona que la solución está en evitar los pensamientos que alimentan el enfado y de esta manera quizá evitaremos llegar a la ira. De acuerdo con estudios realizados recientemente, en su mayoría cuando las mujeres pasan por situaciones difíciles tienden a sentirse deprimidas, mientras que los hombres se inclinan mas por refugiarse en el alcohol y/o las drogas.
El autoconocimiento es el primer paso para aprender a manejar las emociones. Es decir, el dominio de uno mismo, nuestra capacidad de afrontar los contratiempos emocionales que nos deparan. Busquemos tener consciencia de uno mismo, reconocer la emoción mientras la sentimos. Desde un punto de vista muy personal éste es el factor más importante para lograr la Inteligencia Emocional. En la medida en que tengamos un mejor control de nuestras emociones, podremos tomar decisiones de una manera mas acertada.
Personas que han sufrido alguna lesión cerebral en el sistema límbico llegan a presentar “Alexitimia”, que representa la dificultad para sentir y expresar nuestras emociones, y como es mencionado anteriormente puede causar daños severos a nuestra salud. Menciona Goleman algunos consejos para lograr balance y mejorar nuestra salud emocional. Desde el punto de vista fisiológico, debemos aprender a relajar nuestro cuerpo, aprender a respirar, imaginar escenarios tranquilos. A nivel cognitivo, debemos aprender a identificar nuestras emociones, identificar situaciones que nos causan conflicto. A nivel conductual, planificar nuestras actividades, retomando aquellas que nos causan placer, evitar asistir a eventos o realizar actividades que no nos aportan solo porque nos sentimos comprometidos.
Podemos considerar algunas de las siguientes recomendaciones para controlar nuestras emociones:
Introspección: Tomar conciencia de nuestras emociones.
Ya que hemos identificado dicha emoción, consideremos intentar encontrar el origen de ésta.
Tomar responsabilidad de la emoción que estamos sintiendo. Si bien es cierto que alguna situación o persona detonó nuestra emoción, en realidad nosotros quienes estamos eligiendo sentirnos de esta manera.
Reflexionar acerca de lo sucedido, ya sea en forma de meditación, oración, o escribir lo sucedido.
Bibliografía
Goleman, D. (2019). La Inteligencia Emocional. Miami, FL. Penguin Random House.
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